Zancadas de locura

arrancarse de raíz

curar cicatrices abriéndolas y descarnar para sanar de nuevo y mejor

sentir esa pertenencia, establecer conexión con algo puro que sigue en ti.

salir a buscarlo. 

no voy a contar ninguna revelación, nada mágico que pueda relatar, es sencillamente rendirse ante tanta verdad.

sentir un abrazo casi universal, terriblemente libre y vivo. 

me conmociona.

las cicatrices cubren la vulnerabilidad, nos hacen brotar una piel más gruesa, apelmazada, insensible, y me convenzo, que para sobrevivir esa es la piel que necesito. 

cuesta arrancar el cosido, más que arrancar, dejarse abrir. cuatro amaneceres me han hecho falta para comenzar a soltar los hilos y sacar la cabeza de entre las alas. 

lluvia que descarga el río con fuerza, nidos deshechos que pasan a formar parte de suelo y se vuelven raíces. ramas, apoyadas las unas contra las otras, dulces despertares de color y perfume, y bajo todo ese crujir de relleno hivernal, la bondad del bosque, la belleza de los ancestrales y jóvenes, creciendo silenciosamente y brutalmente. 

he sido intrusa de sus quéhaceres lentos y pacientes, visitante y aprendíz. he entendido algo y hoy estoy un poco más curada, menos dañada, más libre, solo un poco, porque falta tanto por comprender. por primera vez, no he sido hija, ni sobrina, ni madre, ni no madre, ni he tenido nombre, he sido una energía más, unida a un tejido de vida. creo que llegué a un nido esperando. y me rendí en él.

de allí salí a través de unas zancadas marcadas en el barro, no sé de qué especie, pero deshacer sus pasos hizo sentirme, sensiblemente salvaje, repasé las zancadas, arriba y abajo intentando sentir la energía de esa bestia que corrió río abajo.

hoy vuelvo convencida de mi destino, convencida de que es donde pertenezco, y se lo debo al alma que vibra cuando consigue atravesar esa carne dura y gruesa, que consigue bailar con las viejas cortezas, es algo tribal.

mi discurso suena a locura, a bruja, pero cuando sabes de esa pertenencia, cuando sientes que algo dentro de ti cobra sentido, cuando el duelo no lo ha podido todo, cuando aún brota la Primavera desde los huesos, hay que escucharla, la vida merece la pena cuando la encuentras. 

y ha merecido la pena, ser mujer cuatro días a solas en el bosque, aunque nadie acabe bien de entenderlo, y lo primero que recibo sea el miedo, al hombre, a los locos, a quién pudiera hacerme daño. pero no temerlo y pecar de ingenuidad, a veces, es tan necesario. aún puedo creer en la bondad y en la belleza. aún.

emprendo mi camino, como si unas zancadas me condujeran hacia un lugar en el que desaparecer y aparecer de nuevo.

seré montañas, barro, resina, corteza, heridas, semillas,  vida.


Using Format