de noche

gracias por venir y sentirme, de vez en cuando, se me olvida.

estoy oxidando esas vísceras que me dejaban jugar.

crujen, crepitan, duelen, cada vez que lo intento de nuevo.

tengo que penetrar mis tímpanos en latidos asustados. de ahí, vuelve, esa aceleración.

se me agarran los talones al terror en la tierra, y dejo de caminar, pero dejo de bailar.

necesito recorrer con la manos toda la piel hasta llegar, ahí, al ritmo, contrae, relaja, ahí está toda la sangre, contraída, en tambores de miedo. máscaras bailando al rededor de unos ojos asustados.

si comienzo a soltar, suelto, se mueve, mis huesos se descomponen sin orden, me duele el cuerpo, estoy cansada, porque el miedo me agota, pero sigo. los tambores marcan el camino, mi paso, el vuelo, y son las vísceras quienes bailan y bombean el espíritu. 

te imaginas? un corro de vísceras en mantras ante un torrente sanguíneo que las reúne. y unos huesos desaliñados que desordenados caen sobre una tierra roja y ardiendo. se funden en la arcilla, y brotan esculturas, llenas de agua, brotando piel y latidos. criaturas de pura naturaleza, del salvaje miedo descompuesto, a embriones de emoción desnudando el alma bajo los cielos.

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