Apunte | proyecto personal | Cuento


Sincroniza el corazón con los músculos de las piernas.

Abre la puerta y comienza a correr, sin oír más que los golpes de esos latidos en cada una de las venas y arterias. Los pies a penas rozan el suelo, la adrenalina está tan desbocada que hay una energía casi extraterrestre que la hace volar. 

Es muy oscuro, nadie la podrá ver, nadie la verá brillar o temblar. Las estrellas parecen ser fugaces porque sus ojos solo pueden advertir la velocidad de sus sentidos.

Hasta aquí. 

Frena, poco a poco dejándose caer, sintiendo el nuevo cuerpo, regenerándose, la sangre en sus mejillas, la sal sobre la piel, y la melena escondiendo su corazón de luz y pálpito. Shhh, intenta silenciarlo, ‘no vaya a oírnos alguna bestia.’

Perdiendo la vista al cielo puede ver, como aún quedan estrellas y meteoritos temblorosos y los árboles se mecen despacio acariciándose unos a otros. 

Así, fueron acompasándose sus sentidos, y como una suave brisa, algo acarició aquél miedo, aquél terror, que la había conducido hasta allí. 

Hundida en un abrazo, la mecían las raíces que sumergidas levantaban cobijo. Los pájaros guardaban bajo el ala un refugio. Y ese pulso estaba sincronizado con algo mucho más grande, con una órbita cerebral que como brújula sigue cada miembro natural.

Entendió, que no existen los nidos vacíos. siempre hay seres que necesitan ser mecidos. Siempre.

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