meteoritos de verdad

esas tempestades de verano, las que todo lo callan. dejan tras de sí un silencio de gozo. el sol rabioso aprende a salir con cuidado nuevamente. los bosques agradecen meciéndose, esa sacudida.
como si la lluvia se hubiera llevado parte de mi niebla, hay cosas que se sienten más claras. 
aprendo de nuevo, que me siento viva a mi lado. me devoran mis guerras, me como por dentro, pero también así se suceden mis procesos para sanar. mil decisiones corren por las venas, por el estómago, por la boca, por los ojos. mis dedos recorren ancianos troncos que se levantan pacientes, resbalo las manos entre espigas doradas, salvajes y nutridas, danzamos juntas. mi cabeza explosiona, lo hace también mi corazón, y nos quedamos desnudos ante verdades estoicas. caen como meteoritos. y se plantan al suelo como inmensas rocas en medio de mi andar, me es imposible rodearlas. solo queda palpar de frente y mirar sin temblar. me permito temblar, con miedo. siempre, demasiado miedo.
estos días llevo asimilando verdades, conceptos profundos que me llevan a ordenarlos, para conectarlos entre sí, y así, volver la mirada atrás y comprender. tantas sensaciones cobran sentido, así, de una vez; cuando abarcas la verdad entera que solamente sabías a medias. 
y todo, TODO vuelve, al origen, todo se remite al HÚTERO de mi ser. con falsas excusas he ido razonando la vejez de mi corazón. cinismo de cumpleaños. lágrimas que acallo con grandes sonrisas, reinventando principios, delegando mi fe. qué rabiosamente mal. 
pero ahora lo entiendo, bajo un pesado y polvoriento armario astilloso encontré mi razón. y comienzo a comprender, a sentir compasión por las cosas adecuadas, a devolverle la fe a mi ser, qué descuidada de mí, la fui entregando a discreción. 
quiero sanar, por dentro, la resina fluye, continua, y la oigo, fluir por mis venas, por mis cicatrices, y junto a ella, esa fe en mí, en mis entrañas. 

desgranando mi regreso

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